Hotline Guadix: The Prologue

Maura se despertó completamente dolorido. No era un sentimiento ajeno; esa noche había estado trasnochando en otra operación de “retiro involuntario” y, tras volver a casa, tardó horas en calmarse. Con el torso desnudo, sintió el frío del viento entrando por su ventana; se estaba haciendo invierno, pensó. Cuando consiguió levantarse, al rato, lo primero que hizo fue acercarse a la mesa; al interminable fárrago de papeles que se alzaba de manera similar a la propia torre de Babel, tomó uno, el más elevado, y comenzó a leer.

Tal y como estimaba, había aprobado la noche anterior el examen de asimilación, volvió a dejar el papel en su sitio y se dirigió a la ducha. Cuando salió del cuarto, por primera vez, se sentía solo; ya no estaba Wang en casa, pero él no había tenido el valor de ni siquiera mover las cosas de su sitio, “algún día lo haré”, pensaba siempre, pero nunca se había armado del valor necesario para hacerlo, y quizás nunca lo tendría.

“Rin rin rin”, empezó a sonar.

-Cógelo, es para tí- Fue casi como una voz inconsciente en la cabeza de Maura. Saltando el sofá agarró el pequeño móvil que sonaba, al aceptar la llamada, una voz aún más familiar; la jefa Khalida le imperó que fuese a su despacho a recibir un nuevo trabajo, y con un terrible “¡Ya!” colgó. “Vaya marrón”, pensó Maura, ni siquiera se había recuperado de una y ya andaba entrando en otro. A pesar de todo, con una risa estoica se dijo para si mísmo que eran los gajes del oficio por ser tan bueno.

Antes de salir pero justo después de arreglarse, se paralizó en la puerta de casa al ver la gran obra que le había regalado Wang; tenía que perderla de vista, quemarla, enterrarla, cualquier cosa que sea quitarla de la puerta de casa. Pero de nuevo, nunca tuvo la voluntad suficiente para quitarla de enmedio.

RorschachART

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